jueves, 20 de abril de 2017

Filosofía 11 - Platón y Aristóteles

PLATÓN

Teoría de las Ideas
Platón tiene un pensamiento idealista. Para él, las ideas, "lo que se ve" (con la razón), poseen más realidad que las cosas de este mundo, y todas ellas se hallan ordenadas jerárquica y dialécticamente y sometidas a la suma idea, la idea de Bien. El mundo sensible, este mundo en que vivimos, sólo posee una realidad aparente, una sombra de realidad. Ha sido formado por un dios "demiurgo" teniendo como modelo el mundo ideal y utilizando la materia caótica. Es imitación del mundo de las ideas y participa de su realidad.
En la teoría de las ideas se afirma la existencia independiente y absoluta de unas entidades inmateriales, inmutables y universales que constituyen la auténtica realidad. Si una persona es bella, es porque existe la idea de belleza. La belleza de la persona, que captan los sentidos, puede cambiar, pero la idea de belleza (como la de bien, justicia, etc.) es inteligible y no varía.
Las ideas constituyen un mundo perfecto, eterno e inmutable, que se encuentra jerarquizado. En su cúspide aparece la idea de bien, que es a la vez causa y fin de las demás ideas; por eso, su conocimiento, que es propio de la razón, permi­te apreciar el orden de las cosas. Esto solo está al alcance de unos pocos (los filósofos). De ahí la propuesta platónica de que sean ellos los que gobiernen.
El conocimiento
Si las ideas están en un mundo distinto del sensible, ¿cómo le es posible al hombre su conocimiento? Aquí aparece la doctrina del conocimiento como reminiscencia: el hombre es cuerpo y alma, y esta, que es inmortal, pertenece al mundo de las ideas, a donde regresa cuando muere el cuerpo. Mientras permanece en el mundo de las ideas, el alma conoce todo cuanto existe. Pero al encarnarse en un cuerpo, olvida lo que sabe. Sin embargo, el contacto con las realidades físicas del mundo sensible hace que recuerde y comience de nuevo su aprendizaje.
Así, hay dos formas de conocimiento: sensible e intelectual. El conocimiento sensible es el que tenemos de las cosas de este mundo y da lugar a la opinión, no a la ciencia. El conocimiento intelectual surge por el recuerdo o reminiscencia de las ideas que el alma contempló en el otro mundo y es el único conocimiento verdadero y cierto; la ordenación y sistematización de este conocimiento da lugar a la ciencia.



ARISTÓTELES

Realismo: Sustancia y accidente
Frente al idealismo de su maestro Platón, Aristóteles es realista: no existen dos mundos separados, uno sensible y otro inteligible, sino un único mundo, formado por objetos indi­viduales: las sustancias. Cualquier sustancia es un compuesto hilemórfico; es decir, un combinado de materia y forma. La forma es la idea platónica unida indivisiblemente a la mate­ria a la que configura. Las formas son universales, y la lógica se encarga de estudiar sus relaciones.
La metafísica, filosofía primera o sabiduría, se ocupa, en cambio, de estudiar las primeras causas y los primeros prin­cipios de la realidad. El ser, según Aristóteles, aunque es único, se manifiesta de diez maneras diferentes, denominadas categorías: la primera es la sustancia, que es la categoría fundamental, y las nueve restantes (cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, situación, posesión, acción y pasión) son accidentes o modificaciones que se predican de la sustancia.
El Hombre
Como cualquier otra sustancia, el hombre se compone de forma (alma) y materia (cuerpo), siendo el alma el principio vital que anima y organiza el cuerpo. Como forma y materia van siempre unidas, alma y cuerpo son inseparables, por lo que Aristóteles niega que el alma humana sea inmortal.
El alma racional, específica del hombre, es capaz de adquirir la ciencia, un conocimiento basado en conceptos universales, abstrayendo las formas y separándolas de la materia a la que están unidas.
El proceso de abstracción avanza desde los sentidos al concepto universal, y en él desempeña un papel decisivo la imaginación, sobre la que operan el intelecto paciente, que tiene la posibilidad de conocer las formas, y el intelecto agente, que las separa de la materia. Este último constituye la parte más perfecta y divina del hombre, porque su capaci­dad para conocer las formas lo hace separado, eterno e inmortal.

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